sábado, junio 17, 2006

El hombre al que le gustaba leer...


Llegaba del trabajo, cansado y por supuesto todo sudado y con la ropa sucia, es que su trabajo involucraba contacto con la tierra, con los minerales, con estructuras de madera, exigí­a mucha actividad y también mucho cuidado y concentración.
Cuando estaba cerca de casa, un niño pequeño que se quedaba vigilando a la puerta lo veí­a llegar y corrí­a hacia él, queriendo hacerse cargar, saber los acontecimientos extraordinarios de aquel lugar tan misterioso y enigmático "la mina".
Este hombre revisaba una a una las tareas de sus hijos, veí­a si estaban bien realizadas, tomaba cuenta de las notas de las pruebas, aplicaba los castigos de rigor cuando no era la máxima calificación, imponí­a los castigos pertinentes, los administraba y exigí­a a cada dí­a un mejor desempeño y cuando el desempeño ya era bueno, sonreí­a y decí­a que ese era un desempeño normal, que así­ siempre deberí­a ser.
Entrada la noche, antes de dormir, siempre cogí­a un libro, una revista educacional o su Biblia para leer, no habí­a una sola ocasión en que no entretuviera sus ojos en leer antes de dormir, era un momento mágico, solemne, no admití­a interrupción, eso sí­, le gustaba leer para sus hijos, en voz alta, vibrante, agradable, una voz de barí­tono bien entrenada, con autoridad.
El pequeño niño fue contagiado de esa pasión por la lectura, contagiado porque no le fue impuesto, fue algo tan natural, tan imperceptible, que solamente ahora, con madurez y claridad de pensamiento, es capaz de admitir que si algún hábito en su vida fue trascendente y fundamental, ése, es el hábito de la lectura.
Ese hombre que gustaba tanto de leer, es mi padre, Ramón Parisuaña Huancollo, si hay alguien al que le gusta leer, es él. Gracias papito porque me regalaste algo tan poderoso y útil, gracias porque sin darme grandes cosas materiales, me diste lo mejor para mi espí­ritu. Gracias porque al no entregarme todo en manos, me estimulaste a conseguirlo por mi propio esfuerzo. Gracias, porque hasta hoy me alientas y confí­as en mí­.
Que Dios te bendiga papito, hoy y siempre, que un dí­a pueda tener el privilegio de ser un padre tan bueno como tú. Un fuerte abrazo.
FELIZ DÍA PAPÁ!!

"Instruye al niño en su camino, y aún cuando sea viejo no se apartará de él"...
Proverbios de Salomón

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